El cableado físico del cerebro cambia según los pensamos que se mueven a través de él. Si tus pensamientos son de temor, preocupación, ansiedad , negatividad o dolor, estás conectando las “conexiones” (valga la redundancia) para que surjan más pensamientos similares. Si diriges tus pensamientos hacia el amor, la compasión, la gratitud y la alegría creas la conexión para repetir esas experiencias.
Cuando experimentamos momentos de enojo, frustración, tristeza o ansiedad por una situación que estamos viviendo con nuestros hijos, la pareja, en el trabajo, etc., generalmente comenzamos a generar pensamientos de miedo o tristeza (finalmente la tristeza también es miedo) que provienen de ese estado emocional en el que nos encontramos. Tomamos como referencia (de manera inconsciente) eventos que hemos vivido anteriormente o que recordamos de la experiencia de otros que pasaron por una situación similar, y con esa información generamos la proyección futura del evento que estamos viviendo en el presente (por ejemplo: mi hijo no quiere hablar conmigo. Mi hijo aún no puede hablar. Mi hija me dice muchas mentiras, etc.). En pocas palabras, entramos en estado de “Telenovela” en el que vemos nuestra situación actual como un drama de telenovela, y ya de paso, nos atrevemos a ponerle el final más trágico y doloroso que podemos imaginar (mi hijo va a dejar de quererme y va a querer más a otras personas. Mi hijo jamás va a poder hablar y no podrá ser un niño “normal”. Mi hija se me va a salir de control y va a terminar en graves problemas en la vida por decir tantas mentiras, etc.).
La pregunta de muchos será: y ¿cómo cambiar las emociones y pensamientos cuando estamos en medio de un gran reto, rodeados de crisis y sufrimiento? La respuesta es: “¡yo no sé!”. No existe una fórmula mágica que funcione para todos y que pueda activar inmediatamente en cada uno la habilidad de poder cambiar los pensamientos y sentimientos que nos hacen daño, por pensamientos que nos produzcan gozo, paz y armonía interna. Por esta razón prefiero dejarles algunas recomendaciones que posiblemente puedan ayudarles:
- Toma la decisión de querer vivir en paz, armonía y felicidad a pesar de los momentos difíciles.
- Identifica los pensamientos de drama que estás teniendo cuando te sientes enojada, triste, cansada, frustrada, estresada, agredida, etc.
- Sé valiente y acepta que eres tú misma quien está teniendo los pensamientos y que no son los pensamientos prestados de la cabeza de la o las otra(s) personas, es decir: “asume la responsabilidad de pensar lo que estás pensando”.
- Deja de justificar tus pensamientos. Por ejemplo, cuando estés pensando: “claro que debo estar enojada si este muchacho no entiende, le he dicho que deje de pelear con su hermano y no para”. En este caso, tu pensamiento no viene del pleito entre hermanos, viene de tu inhabilidad de responsabilizarte de tus pensamientos. El problema no son ellos peleando, es tu frustración o miedo de no tener las herramientas para saber cómo ayudarles a negociar el problema por el que están peleando sin dejarte llevar por tus emociones y tornarte en un adulto intolerante e impaciente.
- Cuando te sientas alterada o triste, obsérvate y en tu mente repítete a ti mismo: “En este momento me estoy sintiendo enojada, triste, etc.”. Repítelo 3 o 5 veces en tu cabeza y verás que eso te ayudará a controlar tu sentimiento en ese momento.
- No culpes a nadie de tus emociones (ej. Estoy enojada por culpa de tu papá que no llegó a la hora que dijo. Estoy desesperada porque mi hijo no quiere hacer la tarea, etc.) Recuerda que TÚ eres responsable del pensamiento que te está generando esa manera de sentirte. Quizá es mejor decir: en este momento me siento enojada porque quería ir al super y tu papá no ha llegado para quedarse con ustedes. Me siento frustrada porque no quiero que mi hijo y yo nos vayamos tarde a dormir porque aún no ha terminado la tarea. ¿Te das cuenta de cómo cambió el enfoque del “problema”, los pensamientos y las palabras?
Finalmente “haz cosas diferentes para que sucedan cosas diferentes”: aprende a concentrarte en tu respiración y a meditar. Este es probablemente el mejor remedio para aprender a "observar" lo que estás sintiendo y pensando, y adquirir las herramientas para poder redirigir tus emociones y pensamientos hacia ese lugar de amor, compasión, gratitud, paz, tolerancia y gozo que tanto necesitas en momentos de crisis. Ni los antidepresivos , ni los ansiolíticos, ni el alcohol, ni las drogas, ni contarle a todas tus amistades, ni las fiestas y el baile podrán llevarte a observar y redirigir tus pensamientos hacia un mejor lugar si no decides aprender a auto-observarte (estar consciente)
Te comparto un video de quince minutos que te enseñará a meditar de manera súper fácil, clara y rápida.
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